Este es un pequeño abrebocas, para celebrar la apertura de mi nuevo blog de autora. Dentro de poco habrá más y también noticias acerca de un proyecto que tengo entre manos.
Espero que lo disfruten.
Helen
entró de golpe en su habitación y fue directo hacia una de sus valijas de
equipaje y después de abrir un bolsillo lateral, sacó una botella de whisky que
había traído con ella. Había pensado que podría llegar a necesitarla y no había
estado para nada equivocada.
Se
quitó la chaqueta de gala del uniforme del ejército de la Confederación dejándola
sobre una silla al lado de la cama y se sentó en ella inclinando la espalda
contra la cabecera.
Tomó
dos grandes tragos del ambarino licor que la hizo sisear un poco a causa de la
quemadura. Este día había sido largo y difícil. Además lo que había ideado para
evitar que Erik se casara con el rey de los janosianos no había dado resultado.
De
repente sintió unos golpes en la puerta.
—Helen,
¿puedo pasar? —Ashira preguntó desde el otro lado de la puerta.
No
podía creerlo, Ashira estaba bien y delante de su puerta para visitarla. Había estado
tan preocupada por la felina. Se levantó rápidamente de la cama y fue hacia la
puerta abriéndola de golpe para darse cuenta que no estaba sola. Junto a ella
estaba Alana, la otra esposa de Bastet, y Elur, uno de los integrantes de la
coalición del rey de los janosianos.
—Sigan.
—Los invitó a pasar.
Ashira
volteó a mirar a Elur.
—Gracias
por traernos, si quieres deja un guardia en la puerta, esta conversación puede
que demore un poco.
Elur
solo asintió con amabilidad a Ashira y sacando el comunicador de su túnica
ceremonial dio la orden para que dos guardias vinieran a cuidar la entrada de
su habitación.
Las
felinas siguieron y Helen cerró la puerta detrás de todas ellas.
—Es
una habitación muy pequeña, creo que nos tocará a todas acomodarnos en la cama.
Ashira
miró a Alana y rieron.
—Deja
la ceremonia mujer, ahora somos familia. —Dijo Alana con diversión. Era la
primera vez que la oía hablar.
Todas
se sentaron en su cama y tomando de nuevo su botella de whisky se la ofreció a
la segunda esposa de Bastet. Alana miró la botella con desconfianza, pero
Ashira la miró con expresión desaprobatoria lo que hizo que finalmente la
aceptara sin chistar.
Cuando
tomó un trago la gata maulló con fuerza lo que hizo que Helen riera, haciendo
que se sintiera relajada por primera vez en este largo día.
—¿Qué
mierda es esta?
—¡Alana!
—Ashira la reprendió.
—Prueba
esa cosa horrible primero y luego me regañas.
Ashira
le arrebató la botella a Alana y dio valientemente un trago. Casi se ahoga
mientras tragaba el líquido.
—¿Cómo
puedes tomar esto, Wanita? Es horrible.
Miró
a Ashira extrañada, nunca la había escuchado llamarla de esa manera.
—¿Por
qué me llamas Wanita? —Preguntó, era mucha la curiosidad que sentía acerca de
eso.
La
felina parecía haber perdido la capacidad de hablar por el momento por lo que
Alana intervino.
—Ahora
eso no es importante, mujer. Venimos a ver cómo estabas. Sabemos lo que
trataste de hacer para evitar que Erik se casara con nuestro compañero Alfa.
—No
querrás decir, su esposo.
Las
dos la miraron como si le hubieran crecido de repente dos cabezas y luego
soltaron una carcajada. Lo que hizo que se sintiera enojada.
—Si
solo vinieron a burlarse de mí, mejor déjenme sola.
Ashira
alargó su mano y tomó la de ella.
—No
te enfades con nosotras, Wanita, simplemente estás equivocada. Bastet no es
nuestro marido. Solo somos sus compañeras alfas. Nuestras familias pactaron
para darle herederos al rey. Es una costumbre en nuestro pueblo.
Sabía
que su rostro lucía una expresión de espanto. Esa costumbre le parecía
brutalmente arcaica. Para ser un pueblo tan tecnológicamente avanzado, eso simplemente
no encajaba.
—Prometo
explicarte sobre eso más adelante, solo quería cerciorarme que estuvieras bien.
Sé que estás muerta de la preocupación por Erik.
Su
enfado fue dando paso de nuevo a la tristeza y la impotencia.
—Siento
que la debe estar pasando muy mal en estos momentos y no hay nada que pueda
hacer para remediarlo.
—No
seas tonta, Erik debe estar pasándola para estos momentos… ¿Cómo le dicen
ustedes? —Ashira la miró a los ojos buscando que le ayudara a terminar con la
frase.
—¡De
PUTA MADRE!!!! —Terminó por ella Alana, riendo—. Nunca podré olvidar los tres
primeros días que pasé con el rey después de hecho el pacto. No pude sentarme
durante una semana.
No
sabía si sentirse espantada o no, pero por la expresión traviesa en las caras de ambas
felinas mientras la miraban, sin poder evitarlo se rio.
—Perdón
amigo mío, donde quiera que estés.